Estefanía se levanta tarde, pero no le importa y decide antes que nada tomarse una taza de café.
Son las 7:30 am, y Estefanía aún sigue bajo las sábanas blancas. De repente, tras una fuerte pesadilla se levanta abruptamente y un poco alterada, mira el pequeño reloj que le regaló su abuela dos semanas atrás dándose cuenta que se le ha hecho tarde.
Estefanía suele levantarse faltando 15 minutos para las 6:00 am; le gusta dejar las prendas que usará listas el día anterior, pues, siempre ha sido una odisea levantarse temprano y pensar qué se va a poner.
A las 6:00 am en punto prepara un café, el que no puede faltar para soportar la carga del trabajo, le ayuda a tener energías gran parte del día; Suele aplicarle cuatro cubos de azúcar y sin batirlos deja que se derritan con el calor del café recién servido. Mientras los cubitos azucarados se derriten lentamente, es de costumbre que Estefanía tome una ducha de agua fría, y así energizar todos los músculos del cuerpo, para luego salir envuelta en una toalla blanca, descalza, cabello empapado, gotas de agua bajando por su espalda y muerta del frío, tomar la taza de café en espera y acercar los labios temblorosos para dar el primer sorbo.
Pero esta vez, son las 7:40 am, Estefanía recientemente puso los pies descalzos en la fría baldosa y a paso rápido lo primero que hace es preparar su apreciada taza de café, mientras la deja endulzando, corre a darse su famosa ducha fría.
Son las 8:00 am y Estefanía sale a toda prisa del baño. Probablemente hoy sea su despido a tan prestigioso empleo, por su impuntualidad, aunque ella no le presta mucha importancia, pues, es primera vez que le sucede. Se viste rápidamente y toma la taza de café que ya está tibia de tanto esperar a ser bebida, mientras tanto va a revisar por la ventana si su vecino ya ha salido de su hogar, aun estando segura de que sí lo ha hecho; siempre sale antes que ella, y como hoy se le hizo tarde lo más probable es que no se tope con él. Justo cuando abre la cortina, Estefanía observa cómo su vecino sale casi corriendo con sus dos hijas, quienes llevan uniforme estudiantil. Al parecer el tiempo los tomó a ambos por sorpresa.
Estefanía mira el reloj y se percata que son más de las 8:00 am, sale rápidamente de su apartamento, pero antes de salir se cerciora de ponerle seguro a la puerta. A causa del tráfico urbano llega tres horas tarde a su oficina, de entrada, su aburrida y amargada jefe tiene una expresión parecida a la de un perro con rabia, que se asevera justo cuando entra Estefanía; al parecer no le ha gustado en lo más mínimo que Estefanía haya llegado tarde, y más cuando sabía que hoy tenían un importante reportaje, el cual no tuvo registro fotográfico por su falta.
Estefanía a paso rápido entra ignorando la fuerte mirada de su jefe y se adentra en su oficina. No pasan ni dos minutos para que su jefe ya estuviera atravesando la puerta de su despacho, reclamándole exaltadamente su llegada tarde, pero cuando Estefanía va a hablar, su jefe la interrumpe cuestionando dicha impuntualidad de forma grotesca y grosera. Sin pensarlo y dejándose llevar por la emoción del momento, Estefanía abruptamente toma el teclado de su computador y lo descarga con todas sus fuerzas en la cabeza de su jefe. Varias teclas se dispersan por toda la oficina, dos dientes salen disparados de la boca de la vieja mujer, mientras cae inconsciente al suelo.
- ¡LA MADRE QUE ME PARIÓ! –
Dice Estefanía un poco exaltada, mirando a su jefe extendida en el suelo, con un charco de sangre que envuelve su cabeza.
Desesperada, no sabe qué hacer. Si esperar a que otro de los que trabajan ahí entre y se tope con la sorpresa, ayudar a la pobre mujer, o salir cautelosamente del lugar, sin generar las más mínimas sospechas, correr a su apartamento e irse de la ciudad, aunque Estefanía pensaba mucho la tercera opción, pues dejaría atrás su gran amor, su vecino Camilo.
Pronto se vio obligada en tomar una decisión de carácter urgente, pues nota que el sitio se comienza a llenar de gente, aunque también se le hace extraño que nadie haya sentido el ajetreo del golpe. Pasa un minuto y Estefanía se va con la opción tres; pasa por encima de su jefe y sale de su oficina, caminando rápido, sin ser percibida por los demás trabajadores. Nunca había sentido tal adrenalina y al mismo tiempo una satisfacción indescriptible por haber derrumbado a esa bruja que la atormentaba, aun sabiendo las consecuencias de dichos actos.
Justo cuando toma el ascensor, observa que en el interior del despacho los trabajadores se comienzan a exaltar, ve que Susana, su compañera, llama por teléfono bastante nerviosa, su panorama es interrumpido por las puertas de ascensor que se cierran. Ahí es cuando Estefanía se da cuenta que la gente se ha percatado del cuerpo de la mujer yacido en el suelo y rodeado de sangre, por lo que trata de apresurarse para salir del edificio.
Estefanía llega a su apartamento algo ansiosa y lo primero que hace es mirar por la ventana que da a hacia la calle. Pasan las horas, ya es de noche de noche y Estefanía ha dormido desde el mediodía que llegó, como si nada hubiera pasado se levanta algo abrumada y con cierta pesadez, y se prepara un emparedado de atún. Luego se va a la sala para ver televisión mientras come el emparedado como si nunca hubiera comido antes. Después de comérselo, camina hacia su cuarto, toma su cámara análoga y se dirige a la ventana para capturar unas fotografías de la vista de la ciudad rodeadas de luces palpitantes y en movimiento.
Absorta en aquel mágico panorama nocturno, Estefanía se percata que hay una patrulla de policías frente al edificio donde vive. Inmediatamente se desespera, y se le vienen a la mente los momentos exactos en que golpeó a su jefe y la dejó inconsciente, probablemente muerta. Asustada por lo que puede llegar a pasar, decide permanecer por un momento sentada en el sofá, pensando en una estrategia para salir librada, pero no logra encontrar posibilidad alguna, de manera que, para cumplir con su última fantasía, antes de estar varios años en la cárcel por asesinato, decide adentrarse con su cámara al apartamento de su vecino.
Su mejor opción es entrar por el balcón de la habitación de una de sus hijas; con mucha cautela logra hacerlo sin que la pequeña de 13 años se despierte. Estefanía prende su cámara y sigilosamente comienza a tomar fotografías del lugar. Primero le toma a unos cuadros grandes que hay en la sala, luego a unas estatuillas sobre una larga mesa con soporte de vidrio. Observa que la puerta de la habitación principal está abierta, y decide adentrarse en esta. La respiración de Estefanía se comienza a agitar cuando ve a su vecino profundamente dormido, sin camisa, la sábana cubre parte de su cuerpo. Anonadada con lo que ve, a través del lente captura uno de los momentos más preciados de su vida; nunca había tenido a Camilo tan cerca como lo tuvo esa noche.
La luz se enciende repentinamente, una mujer bastante exaltada apunta con un arma a Estefanía
- ¿Usted qué está haciendo acá Estefanía? – Dice la mujer
Pero Estefanía es shock, no sabe qué decir. La mujer levanta tanto la voz que despierta de golpe a Camilo.
- ¿Qué pasa? - Está sorprendido
- ¿Por qué le estás apuntando a Estefanía? –
La mujer le pregunta nuevamente a Estefanía, qué hace dentro de su habitación con una cámara. Es ahí cuando Estefanía confiesa todo lo que venía sintiendo por Camilo desde que se mudó a su apartamento. Ella dice que siempre ha sentido amor hacia él desde el primer día que lo vio y que está locamente obsesionada.
La esposa de Camilo sin pensarlo dos veces le dispara a Estefanía en varias oportunidades, ocasionándole la muerte. Ella queda tendida en el suelo, y la sangre derramada cubre su cámara análoga.
Las últimas palabras antes de morir, fueron un juramento el cual decía que su obsesión perdurará a través del lente y pasaría a otra persona débil emocionalmente, su odio por ser rechazada provocaría estragos y todo acabaría en una terrible desgracia.
Camilo y su esposa observan cómo lentamente se desangra Estefanía en el suelo de su hogar.
- ¿Qué hacemos? - dice su esposa
- Hay que esconderla – Responde Camilo.
Ambos cargan el pesado cuerpo, y mientras atraviesan la sala con el cuerpo cubierto de sangre, las dos hijas de Camilo observan impactadas la situación, pero permanecen calladas, viendo cómo sus padres llevan el cuerpo de la mujer. Ambos trasladan el cadáver al apartamento de Estefanía y lo dejan en la sala. La esposa olvida la cámara y vuelve a su apartamento en su búsqueda, mientras que Camilo entra a la habitación de Estefanía y se cuenta que tiene varias fotografías de él pegadas sobre la pared, algunas marcadas con un color rojo. Cuando su esposa vuelve con la cámara, mira impresionada el panorama de la macabra habitación.
A continuación, la pareja desordena todo el apartamento, para que el crimen parezca la escena de un robo a mano armada, del cual resultó como víctima Estefanía. Camilo y su esposa creen que su plan ha salido a la perfección, con el rostro y manos manchadas de sangre, se apresuran para salir del apartamento, al abrir la puerta se topan con tres policías que venían a detener a Estefanía por asesinar a su jefe.